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El modelo I.T.L. Innovación, Tecnología y Liderazgo

“Nosotros elegimos ir a la Luna…. antes del fin de la década…, no porque es fácil, sino por que es difícil. Porque ese desafío va a servir para organizar nuestra nación de la mejor manera, servirá para unir nuestras energías y habilidades. Porque este desafío es el que queremos conseguir y es un desafío que no queremos posponer. Para eso pedimos la gracias de Dios, frente a la más desconocida, peligrosa y mayor aventura en la que el hombre alguna vez se ha visto envuelto”

John F. Kennedy – Rice University – Texas. 1961

 

En 1961 el presidente Kennedy sabía que estaba perdiendo la carrera espacial con la Unión Soviética. Su obligación como líder de media humanidad, era retomar el liderazgo que el bloque antagónico lograra de la mano del coronel de aviación ruso Yuri Gagarin, primero en viajar al espacio exterior.

Hablando en la Universidad de Rice en Texas y muy cerca de Houston, el centro espacial más sofisticado de la NASA, lanzó un desafío para la más grande aventura de la historia de la especie humana:

Llevar a al hombre a la Luna y hacerlo retornar a salvo antes del fin de la década”.

Como el propio presidente Kennedy dijo, era “un acto de fe, visión y conocimiento” capaz de devolverle a EE.UU. su capacidad de liderazgo y el orgullo de conquistar el espacio.

Un espacio que, según afirmó aquél día, “sería explorado, con o sin nuestra participación. Sin embargo, ninguna nación que espera liderar puede quedarse fuera… queremos ser parte de esto y encabezarlo… no podemos verlo como un objetivo de conquista, sino como un objetivo de libertad, paz y como un instrumento de conocimiento y entendimiento.” 

Según el memorable discurso pronunciado en un abarrotado campus universitario sería necesario “enviar al espacio un cohete de más de 300 pies de altura para cubrir más de 240.000 millas de distancia, una nave fabricada con nuevas aleaciones de metal, algunas de las cuales aún no han sido inventadas, capaces de soportar el calor y toda clase de esfuerzo. Manufacturada, además, con mayor precisión que el mejor reloj pulsera, para soportar temperaturas extremas y toda clase de inclemencias.”

El presidente Kennedy fue abatido en Texas en noviembre 1963. Sin embargo, en julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin plantaron la bandera de los Estados Unidos en el suelo lunar. Fue un pequeño paso para Neil Armstrong, pero un gran paso para la humanidad. La voluntad de progreso trascendió al visionario líder norteamericano.

¿Qué puede aprender en el mundo empresarial de nuestro tiempo y nuestra comarca de este gran emprendimiento y su conquista?

El modelo que permitió semejante hazaña, de la que por esto días se cumplen 50 años, responde a tres factores claves: La capacidad de innovación, un liderazgo visionario y una tecnología puesta al enteramente al servicio de la visión.

  • Innovación, que presentó un desafío de diferenciación imposible de igualar y que garantizó, a la postre, la delantera no solamente en la carrera espacial americana, sino en su capacidad de invención, investigación  en el desarrollo posterior de toda la ciencia.
  • La tecnología, desafiando sus recursos más allá de lo posible, le generó un motivo a las universidades, como Rice, para profundizar en aportes a la sociedad civil. Las conminó a comprometerse así con los objetivos, con los desafíos y las necesidades de progreso y bienestar.
  • El liderazgo, que movilizó estas visiones más progresistas, humanistas y de largo plazo proveyó a una nación organizada, el sentido de propósito necesario; propósito que trascendió a una generación y llegó hasta nuestros días provocando admiración y el sentido de pertenencia a una cultura de investigación orientada a la paz y el desarrollo.

La visión de los líderes empresarios de hoy debe trascender generaciones para producir progreso y bienestar. Diferenciarse y llegar más allá de los límites. Esta es la única posibilidad de éxito empresarial en los mercados maduros del siglo XXI y, para ello, es necesario dotarse de una visión que mire mucho más allá del corto plazo.

Innovar es un desafío posible y no es solamente tecnológico.

América Latina ha demostrado que puede crear modelos nuevos de negocios, adaptados a sus posibilidades, pero productores de riqueza.

En un mundo donde la tecnología está al alcance de la mano, a diferencia de 1961, tenemos la obligación de establecer nuevos desafíos que nos guíen a construir un liderazgo innovador entre las universidades, las empresas y la sociedad civil actuando mancomunadamente.

Dr. ALVARO MACEDO RICHIERI

Se desempeña en la Escuela de Desarrollo Empresarial de la Universidad de la Empresa  Álvaro Macedo Richiericomo docente de las siguientes áreas: “Ventas Inteligentes de Bienes y Servicios” y “Comunicación Efectiva y Manejo de Crisis” y “Negociación” en diversas carreras. En la carrera de Experto en Dirección de Marketing, tiene a su cargo el módulo de “Business Intelligence” y se desempeña como Docente In Company en diversos convenios de la escuela.

Desde 2016 es Profesor visitante de la Universidad Americana de Asunción del Paraguay (UA), teniendo a su cargo el módulo de “Gerencia de ventas” en la Maestría en Administración y Dirección de Empresas (MBA) y en la Maestría en Marketing y Gestión de Ventas (MMyGEV) los módulos “Plan de Marketing y Estrategia Comercial” e “E-commerce”

Es Doctor en Derecho y Ciencias Sociales egresado de la UDELAR (Universidad de la República Oriental del Uruguay), Master en Derecho de la Empresa por la UM (Universidad de Montevideo) y egresado del Programa de Alta Dirección (PAD) del I.E.E.M. Instituto de Estudios Empresariales Montevideo, Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo.

Durante los últimos quince años se ha desempeñado en diversas áreas gerenciales, en especial de Gerencia Comercial, habiendo sido Director Gerente General de una Empresa de Intermediación Financiera entre 2011 y 2014. También ha prestado servicios en la salud, la informática y servicios para inversores extranjeros.

Desde 2014 trabaja activamente en asesoramiento a diversas empresa locales y del mercado paraguayo.

Fotografía: Crédito: NASA