En esta edición de La Gaceta Entrevista, el economista José Folena, coordinador de las licenciaturas en Comercio Exterior y la Licenciatura en Economía y Finanzas de la UDE, explica por qué la inversión es clave para la competitividad de las empresas uruguayas y cuáles son las principales fuentes de financiamiento disponibles.
Entre otras cosas, explicará los créditos bancarios, garantías a través del SIGA, subsidios del Ministerio de Industria, exoneraciones por la Ley de Promoción de Inversiones y del rol del nuevo observatorio económico de la UDE, que relevará y organizará toda la información sobre herramientas de apoyo a empresas.
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Miguel Nogueira (MN): Hoy nos acompaña el economista José Folena, coordinador de la Licenciatura en Comercio Exterior y de la Licenciatura en Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias Empresariales de la UDE. José, bienvenido.
José Folena (JF): Muchas gracias por la recepción.
MN: Hay muchísimas cosas para compartir. Me gustaría empezar por la importancia de la inversión en las empresas.
JF: En un mundo competitivo, las empresas tienen que mantenerse vigentes. Las causas por las cuales es necesario invertir son variadas: desde aumentar la productividad incorporando tecnología o mejor maquinaria, mejorar los productos para poder competir mejor, sostener en el tiempo la rentabilidad, reducir costos o ampliar la capacidad de producción.
Cuando una empresa quiere conseguir nuevos mercados, especialmente si va a exportar, las exigencias de calidad y de condiciones de producción son mucho mayores. Eso implica realizar ciertas inversiones para poder mantenerse en el tiempo.
Y esto no es exclusivo de las grandes empresas. Todas las empresas, incluso las pequeñas, tienen necesidad de inversión; a veces, incluso más que las grandes.
MN: En un contexto donde la tecnología está explotando casi semana a semana, ¿cuáles podrían ser las principales dificultades para que una empresa logre invertir?
JF: La primera y más obvia es el problema de liquidez: no tener el capital suficiente para poder invertir. A eso se suman las limitaciones para conseguir financiamiento, como no contar con las garantías necesarias para acceder a un crédito.
Otro problema habitual es que el empresario está absorbido por el día a día. Invertir supone proyectar a futuro, elegir equipamientos, comparar fuentes de financiamiento y alternativas de crédito. Y muchas veces el foco está puesto en pagar sueldos, impuestos, materia prima; en algunos casos, incluso esos gastos corrientes se cubren con préstamos bancarios.
También hay una dificultad importante vinculada a la falta de información. Las empresas a veces no conocen a los mejores proveedores para realizar la inversión, ni las distintas fuentes de financiamiento disponibles.
MN: Recién mencionabas que existen varias fuentes de financiamiento. ¿Cómo es ese panorama en Uruguay?
JF: El panorama es bastante amplio. Uruguay tiene bastantes fuentes de financiamiento; el problema es que no son muy conocidas. En la UDE vamos a estar trabajando en un observatorio económico y vamos a empezar por un relevamiento, un mapeo de todas las fuentes de financiamiento disponibles. Eso incluye créditos bancarios tradicionales y otras herramientas.
Por ejemplo, el Banco República tiene líneas especiales para pymes y microempresas, y algunos bancos privados también. Muchas veces el obstáculo son las garantías, pero para eso existe el Sistema Integrado de Garantías, el SIGA, que puede garantizar parte del crédito y facilitar el acceso al financiamiento.
Además, hay fuentes con subsidios. El Ministerio de Industria, por ejemplo, tiene varias líneas, entre ellas el Fondo Industrial. También existen exoneraciones impositivas vía Ley de Promoción de Inversiones a través de la COMAP, que permiten exonerar impuesto a la renta e impuesto al patrimonio cuando se trata de ciertas inversiones, como construcciones. En Montevideo las exoneraciones pueden llegar hasta ocho años y en el interior hasta diez años.
Lo más importante es que muchas de estas herramientas se pueden combinar: una parte crédito, una parte subsidio y, en algunos casos, beneficios fiscales. El punto crítico es conocer que existen y cómo acceder.
MN: Me quedé enganchado con lo del observatorio económico. ¿Cómo va a funcionar y por qué es tan necesario?
JF: Nosotros tenemos buenas expectativas con ese observatorio porque es algo muy necesario y que hoy falta. La información existe, pero está desparramada. La idea es organizarla y hacerla accesible.
Un ejemplo concreto es el Fondo Industrial. Es una ventanilla del Ministerio de Industria que subsidia parte de una inversión, pero la convocatoria abre muy poco tiempo, aproximadamente un mes, entre julio y agosto. Si la empresa no está atenta a esos plazos, pierde la oportunidad.
Este año en la UDE hicimos una experiencia muy buena: dos alumnos de tercer año de la Licenciatura en Economía y Finanzas trabajaron en un proyecto real para una empresa que confió en la UDE, una industria química en Canelones llamada Nur.
La empresa nos dio la oportunidad de armar el proyecto de inversión. Los estudiantes, a los que tutorizo, visitaron la empresa, la conocieron, completaron todos los formularios, reunieron la información, cargaron los datos en el sistema y presentaron el proyecto al Fondo Industrial.
Los últimos tres o cuatro días fueron muy intensos, revisando los avances y corriendo contra los plazos. Hubo incluso un problema con una información que la empresa debía enviar, pero se logró llegar. Para la empresa, además del posible subsidio, el proyecto fue de gran utilidad porque con toda esa información después pueden ir a tocar la puerta donde corresponde para buscar otros apoyos.
Para los alumnos fue una experiencia real: no era un ejercicio de aula, era “bienvenidos al mundo real”. Si salía mal, no se trataba solo de perder un examen; la empresa podía perder confianza en la UDE.
Todavía estamos en etapa de evaluación, no tenemos la resolución del Fondo, pero la empresa ya hizo una evaluación muy positiva del trabajo por el profesionalismo con que se desempeñaron los estudiantes y manifestó su voluntad de seguir vinculada a la UDE en otras actividades. Eso, para nosotros, es un negocio de largo plazo en términos de vínculo institucional.
MN: Estabas atrás, pero estabas adelante, al costado, arriba y abajo… porque las carreras también necesitan una cabeza académica que impulse estas cosas. ¿En qué carrera se enmarcó esta experiencia?
JF: Esta experiencia fue estrictamente de la Licenciatura en Economía y Finanzas. Yo coordino las dos carreras: Comercio Exterior y Economía y Finanzas.
En el caso de Comercio Exterior, también tenemos una experiencia práctica muy interesante en el proyecto final. En lugar de hacer un trabajo ficticio, los estudiantes tutorean empresas reales a través de un convenio que tiene la UDE con el Correo Uruguayo para poder exportar productos.
Hoy tenemos varias empresas con las que estamos trabajando y, en algunos casos, parte de la exportación se orienta a los free shops, por ejemplo. Para los estudiantes es su “primera vez” en un proceso de exportación real y eso les da una experticia que después se traduce en capital profesional.
MN: Siempre hay una primera vez y suele faltar algo en el camino. Supongo que están en una curva de aprendizaje constante.
JF: Exactamente. Estamos en una curva ascendente de aprendizaje. Nos falta mucho todavía, pero vamos en camino y con mucha fuerza.
Lo importante es que los estudiantes vean casos reales, se enfrenten a problemas reales y entiendan que, si algo falla, hay consecuencias para una empresa concreta. Eso cambia la forma en que encaran el trabajo.
MN: Vos siempre le ponés mucha pasión e inteligencia a estos procesos. Para quienes están pensando en estudiar, ¿cómo es la modalidad de la carrera y cuándo comienza?
JF: La carrera arranca, obviamente, el año que viene para los que quieran comenzar. En Economía y Finanzas, por ejemplo, el año próximo esperamos tener nuestros primeros egresados, hacia fines de 2026.
Una particularidad muy interesante es que la Licenciatura en Economía y Finanzas es semipresencial. Por semestre, los estudiantes tienen tres semanas de clases presenciales en Montevideo; el resto de las actividades son virtuales.
En la experiencia que contaba, teníamos un alumno de San Carlos, otro de Canelones y yo estaba en Montevideo. Todo el trabajo con la empresa se hizo triangulando a distancia. La tecnología hoy permite que estudiantes y empresas trabajen desde distintos puntos del país.
Tanto en Comercio Exterior como en Economía y Finanzas tenemos esa modalidad: no importa dónde estén físicamente. En Comercio Exterior, además, necesariamente se trabaja triangulando con el exterior, pero desde Uruguay se puede trabajar para el mundo.
El esquema de tres semanas presenciales por semestre, una al inicio, otra a mitad de semestre y la última al final, permite que estudiantes de cualquier rincón del país no tengan que instalarse permanentemente en Montevideo, con todos los costos que eso implica. Vienen una semana, se concentran en las actividades presenciales y el resto del tiempo continúan su formación a distancia.
MN: En definitiva, es una propuesta que combina flexibilidad, tecnología y contacto real con empresas y mercados.
JF: Exactamente. Esa combinación es la que buscamos: formación académica sólida, experiencias prácticas reales y un formato que se adapte a la realidad de los estudiantes y de las empresas con las que trabajamos.
MN: Hemos hablado con el economista José Folena, coordinador de la Licenciatura en Comercio Exterior y de la Licenciatura en Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias Empresariales de la UDE. José, muchas gracias por tu presencia.
JF: Muchas gracias, estamos siempre a las órdenes.





